La conciencia, somos naturaleza
Descubrimos la magia del mundo en nuestro refugio de cotidianidad, en nuestras pequeñas rutinas, en nuestra humildad, en la aceptación de lo que somos y no de lo que creemos ser. No somos nuestras creencias, ni lo que nos pasó, ni lo que pensamos que está por venir. Cuando hablamos del ser, surge el único término que lo pudiera describir, “la conciencia”. Esa que me dice que estoy vivo, que soy un ser humano, que puedo sentir y experimentar mi cuerpo, descubrir mis emociones, mi pensar y mi forma de hacer. La conciencia es reconocimiento, rendición a la evidencia de lo que la naturaleza es en sí misma, de lo que somos cada uno de nosotros, de lo que está hecho el universo infinito. Éste es el viaje más potente que un ser humano puede hacer, un viaje al interior, adentrándose en ese lugar donde cabe todo lo reconocible, donde el espacio y el tiempo se detienen, donde la apertura surge sola en cada paso del camino, donde el vacío se torna más lleno que nunca, donde las sensaciones se convierten en experiencias únicas, donde empezar a mirar hacia fuera es poder mirar desde uno mismo.
Escribir sobre la conciencia es la poesía de la experiencia, es una flecha que apunta hacia la luz, pero nunca podrá ser más. Vivir la experiencia desde la plenitud del equilibrio es una forma y una manera de estar en el mundo que trasciende todo concepto, y tengo muy claro que sólo puede comprenderse en el momento que se experimenta. La gran suerte que nos acompaña, y me atrevo decir, que nos empuja, es que esto de lo que hablo ya lo has experimentado, todos lo hemos hecho, es nuestra naturaleza, esa naturaleza perdida que casi todos ansiamos recuperar cuando no se encuentra. Recuerdas ese instante de paz, de equilibrio, de armonía, de fuerza, de enraizamiento, de plenitud, de coherencia… ¿recuerdas? Todos lo hemos sentido en algún momento, a pesar de que fueran momentos fáciles o realmente duros, eso no importa.
Cultivar la conciencia es poner el despertador a cada instante, darte el toque de atención necesario para recordarte que estás vivo, renacer a cada momento y reinventarse a cada paso, y así caminar, descubrir y reconectar con la sabiduría de tu niño interior, aprendiendo y creciendo, amando y compartiendo, siendo la naturaleza que habita en ti.
Escrito por Equipo AIYA
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