Y mientras nos transformamos a cada instante, a cada latir, a cada paso; la conciencia llama a la atención y la libera de ese cautivador automatismo cotidiano, generando así esa unión que hace despertar la magia esencial de la vida.
La experiencia se vuelve sabrosa, jugosa, aromática, atractiva, sensual y viva. Y todo vuelve a transformarse en un juego infinito donde el espacio y el universo se vuelven el uno con el otro de forma natural y silenciosa…
Y de repente tomas conciencia de que tu atención se marchó y caíste en el coqueteo inocente de los pensamientos, te felicitaste a ti mismo y amablemente volviste a tomar plena conciencia de la realidad.
«No hay nada permanente excepto el cambio»
Escrito por Israel.